TRIATLÓN: UNA AVENTURA POR TRES
- Jorge Mario Sierra Marin
- 21 jul 2022
- 12 Min. de lectura
Actualizado: 26 jul 2022

La fila empieza a moverse. Estoy muy al final. Desde acá no se ve casi nada de lo que está pasando en el agua. Estábamos todos mezclados, hombres y mujeres. De pronto, todas las mujeres desaparecieron incluyendo a Aleja y luego las vi pasar nadando por la pequeña esquina que alcanzo a ver de la represa. Tengo puesto el gorro y los tapones sintéticos de los oídos y así escucho aún menos de lo que mi aislamiento mental permite. Dejé que mis amigos se adelantaran. No quiero hablar, solo pienso y me trago este temor que crece paso a paso, escalón a escalón, mientras nos dirigimos al agua, para la salida de mi primer triatlón.

Desde hace algún tiempo tenía muchos deseos de participar en una prueba de triatlón. Aunque nado relativamente bien, nunca había hecho distancias largas y mucho menos nadar en aguas abiertas. En la bicicleta me defiendo, pues cuando estaba en el colegio y la universidad montaba con cierta frecuencia. Y correr, pues correr es lo mío desde hace muchos años, aunque sea una tortuga. Poco a poco fuimos mezclando los entrenamientos de atletismo con las salidas en bici y las nadadas largas inicialmente en piscina. Incluso me apunté a un chequeo de una distancia Sprint en esta misma zona donde transcurre este relato. Pero todo sin un objetivo claro, entonces no había afán ni mucho orden.
Pero en diciembre, nos llama Aleja Moreno, que está más loca que nosotros y además sí es triatleta y nos cuenta que abrieron las inscripciones para el triatlón del Peñol. Nos dice que nos inscribamos en la distancia estándar, que acá la denominan como distancia general. Finalmente para esta prueba quedó en 1500 metros de natación, 40 kilómetros de bicicleta y 12 kilómetros de atletismo. Después de decirle que estaba loca, aceptamos. Realmente era hora de poner un objetivo a los entrenamientos de las tres disciplinas. Listo, ya teníamos el objetivo. La idea es que Silvia, Paula, Aleja, Eduardo y yo íbamos por esa distancia. Pero por muchos contratiempos y algunas lesiones, Silvia y Paula se cambiaron a la distancia corta: 750 metros de natación, 28 kilómetros de ciclismo y 6 kilómetros de atletismo. Eduardo tuvo que renunciar a hacerla y Jorge Torres lo reemplazó. Aleja y Jorge son muy fuertes en todas las disciplinas y estaban mucho más seguros que yo. Nunca pude encontrar una excusa real que me diera una justificación para bajarme a la distancia corta, entonces ahí me quedé con ellos 2.
Empezamos a entrenar con mucho más orden. Ampliando los recorridos de natación, haciendo transiciones entre la bici y el trote, combinando durante la semana los tres deportes, aunque seguimos participando en varios medios maratones y otras carreras. Antes de esta prueba y en lo que llevaba del 2022, había hecho: una carrera de 9,5K, otra de 10k y 4 medios maratones. Pero seguía sintiendo que la combinación de los tres era demasiado difícil. Por ejemplo, nadar en las piscinas es fácil y lo hago rápido, pero en los entrenamientos en la represa en Guatapé, era muy lento. Y aunque con cada entrenamiento allá me sentía más seguro, los tiempos no mejoraban mucho.
Y llegó el fin de semana de las pruebas: Silvia y Paula lo hacían el sábado y nosotros el domingo junto con los de la distancia de medio ironman. La topografía en esta zona no es ni cerca un terreno plano. Todo son subidas y bajadas, incluso algunas muy pronunciadas. Los tiempos establecidos para cumplir con la prueba, me llenan más de dudas sobre mi posibilidad de poder terminarla. Los organizadores nos aseguran que esperarán a todos, pero yo sigo con mis temores. Creo que puedo hacer la natación en los 45 minutos exigidos. La bicicleta también está dentro de mis posibilidades, pues 2 horas 10 minutos es suficiente, incluso creo que acá puedo ganar algo de tiempo. Pero los 12 kilómetros de atletismo, en ese terreno tan difícil y después de haber hecho los otros dos tramos, me hacen pensar que no podré. El límite acá es una hora 10 minutos.

Silvia y Paula terminan el sábado sus pruebas en muy buena forma. Pude acompañar a Silvia todo el tiempo y estar pendiente de su desempeño. Qué fuerte y valiente es. Y qué loca está metiéndose conmigo a todas estas vainas tan duras. Ella es la única en su categoría y por lo tanto la declaran en primer lugar por finalizar la prueba. Nosotros no sabíamos nada de esto y nos fuimos sin esperar la premiación. Luego Susana Torres nos llama y nos cuenta lo del primer lugar y que ella va a guardarle el trofeo y se lo entrega el domingo. Hernán nuestro entrenador, cuando Silvia trata de minimizar su triunfo por falta de competidoras, le explica que su mérito es muy grande cuando ninguna mujer de su edad se atrevió a hacerlo. Es verdad, qué valiente.
Ya es domingo. No dormí casi nada. Todo lo había dejado preparado. Los implementos, la alimentación, incluso las bicis las habíamos dejado ya en el parque destinado para esto desde el día anterior. Desayunamos y salimos para el sitio que está ubicado a unos 3 kilómetros de donde nos alojamos. Silvia nos lleva. Aleja y Jorge van muy contentos, yo voy muy callado. Estoy seguro que ellos van a hacer una gran prueba, son muy fuertes y Aleja tendrá a su familia y a nosotros para apoyarla. Hay que llegar muy temprano, pues todo lo que se va a usar en las transiciones debe estar en el sitio. Organizo todo. Hago un ejercicio mental de qué debo hacer en cada transición, como nos aconsejó Santiago, el psicólogo del equipo Ragnark que nos han acogido de una forma que jamás tendremos como agradecer. Y listo, vamos para la zona al lado de la salida. Allá otra vez Santiago me da los últimos consejos. Me explica que racionalmente, no debo estar tan nervioso. Me ayuda con unos tips para concentrarme. Es un aporte vital para esto. Qué afortunado soy por escucharlo.
Ahora volvamos, llegué al borde del agua. Ya casi van a dar la salida y yo apenas voy a entrar. No hay tiempo de dudar más. Me ajusto las gafas y al agua. Se siente más fría que siempre, seguro es por los nervios. Avanzo entre un montón de gente hacia la salida donde ya casi todos están ubicados en una fila interminable que cubre gran parte de la represa en ese sitio. Hacia allá voy cuando de pronto ¡LA SALIDA!!! Todos estos tipos se me vienen encima como una estampida humana y yo tengo que dar media vuelta y salir a todo lo que doy para que no me pase por encima esta tromba de nadadores veloces. Como estrategia me dirijo hacia una de las columnas del puente porque todos tendrán que esquivarla mientras avanzan, así cuando yo llegue a ese sitio, ya habrán pasado los rápidos y podré esquivarla y unirme al curso. Pero no funcionó del todo, en el camino ya me han pasado por encima unos 3 o 4 tipos. Aunque no ha pasado nada grave estoy asustado. Cuando me incorporo al grupo, todavía hay muchos veloces, algunos lentos, otros desorientados, incluso algunos gritando pidiendo auxilio por calambres, problemas o ataques de pánico. Después me contaron que habían tenido que recoger muchas personas que no pudieron con la natación.
A los pocos minutos, todo se calma y aunque avanzamos en un grupo grande, hay buen espacio para que nadie tenga problemas. Este es el grupo de los que vamos por terminar sin pretensiones de tiempo. Pero vamos firmes, sin pausas. Tuve la suerte de tener un compañero de nadada por casi toda la prueba. Tenía un traje de colores y entonces era fácil tener su referencia siempre. A veces él iba a delante y otras lo hacía yo. El reloj vibra y me avisa que llevamos 500 metros. Cada vez estoy más tranquilo y cómodo disfrutando este tramo. Con tanta gente es mucho más fácil orientarse y esto me da mucha tranquilidad. Mil metros y el retorno hacia la salida. Mi amigo de traje de colores tiene un despiste y se aleja mucho hacia la orilla. Cuando corrige, yo ya estoy un poco adelante por lo que esta última parte la hago sin él, aunque todavía hay mucha gente por todos lados. Veo la salida del agua. Esto es genial. Estoy muy feliz. Salgo algo mareado, pero unos voluntarios me ayudan y voy en busca de la bici. Salí del agua en 47 minutos y el tiempo límite era 45. Sin embargo nadie me saca. Incluso el organizador de la prueba está ahí a la salida y lo que hace es animarme. Gracias Pablo por ese apoyo. Gracias por permitir que los lentos cumplamos nuestros sueños.

Después de caminar muy lentamente por el empedrado descalzo, llego hasta la zona de la transición uno para empezar el ciclismo. Voy tan lento que Camacho, el entrenador de Ragnark, me dice que si quiero un tinto. Como, me hidrato, me tomo una pastilla de sales, me concentro en que no se me olvide nada, me pongo todo lo requerido y salgo. En este punto, me pongo una pantaloneta de ciclismo sobre el traje, para estar más cómodo en la bicicleta. A la salida Alfonso, uno de los entrenadores de Envigado, me da una gran ayuda con impulso para poder arrancar. Salimos hacia El peñol. Es una subida dura. Sé que aunque soy lento para subir puedo hacerlo, pero se deben cuidar las fuerzas, pues el cambio siguiente de bicicleta a correr es muy fuerte y las piernas pueden no responder bien. Para este tramo hay que hacer 40 kilómetros de subidas y bajadas en 2 vueltas de 20 kilómetros cada una y debe ser en menos de 2 horas 10 minutos. Ya lo he recorrido antes. La ventaja es que estamos sin carros, la desventaja es que la mayoría de ciclistas son muy rápidos y debo tener cuidado de mantenerme sobre la derecha. Aprovecho las bajadas para recuperar un poco de lo que pierdo en las subidas. Es genial sentir cómo me animan. Silvia, Christian y su esposa, los de Ragnark, Paula y su familia y muchas personas que no me conocen, pero que están allí para animar. En especial hay un grupo encabezado por María Paulina también de Ragnark, un poco antes del retorno en la dirección hacia Guatapé. Ella tiene un sombrero amarillo hermoso que se ve desde lejos. Desde que me vieron en la primera pasada me dieron muchísimo ánimo. Es una gran felicidad ver su sombrero y escuchar sus ánimos las otras veces que paso por ahí. Gracias, muchas gracias. El recorrido es muy bonito. Me concentro en hacerlo mentalmente por sectores, la subida del derrumbe, la casa amarilla, el restaurante aquel, etc. Y de pronto, ya estoy terminando la segunda vuelta. Llego a la zona de la transición dos. Me bajo con cuidado de la bicicleta y voy al sitio donde se debe poner otra vez. Hago un repaso mental de lo que debo hacer: tenis, comer, sal, bebida isotónica. Silvia me avisa desde afuera que no se me olvide la gorra. Casi se me queda.

Y salgo a correr, a lo mío, a lo que más me gusta, donde mejor me desempeño…y no fue tan fácil. Tengo las piernas muy pesadas por las casi 2 horas de bicicleta. Doy pasos pequeños mientras logro estabilizar la pesadez de las piernas. Pero arranqué. A los 20 metros, la primera subida. Es una recta larga. Los muslos me piden que pare, la respiración se me agita como si fuera a toda velocidad y realmente voy muy lento. Esto será difícil, pero no paro. Termino esta primera loma y recuerdo que son 3 vueltas de 4 kilómetros cada una hasta completar 12 kilómetros, es decir, voy a tener que hacer esto otras 2 veces. Después de la subida viene un descenso largo y suave. La idea es recuperar un poco, bajarle a las pulsaciones y a la respiración, pues estoy muy agitado. Hay muchísimos corredores y muchas personas animando. Termino la bajada y llego al puente largo. No he recuperado nada. Sigo muy agitado. Pero bueno, tendrá que ser así entonces.

Después del puente largo está otra subida, más dura y más larga que la anterior. Además ya está haciendo realmente calor. Tomo agua en cada punto, una parte me le echo en la cabeza para enfriarme un poco y parte la tomo para no deshidratarme. En esta subida veo por primera vez a corredores caminando. Tengo que hacerla, no puedo parar. Pero en la mitad camino, no puede ser. ¿Por qué estoy caminando? ¡Así no voy a terminar en 100 horas!!! Me concentro y vuelvo a correr, aunque sea suave, pero ya no estoy caminando. Lo bueno es que creo que caminé solo unos diez pasos. Termina esa segunda subida y me dirijo a una zona semiplana hasta el retorno. Ahí es increíble cómo la gente de esas fincas salió a animar a los atletas. Nos ofrecen agua, hielo y hasta aguardiente. Pero lo mejor son las palabras de aliento que nos dan. Un señor bien vestido con su ropa de campo nos saluda y anima a cada uno. Cuando le doy las gracias me contesta: “gracias a ustedes por traernos este espectáculo deportivo”. Se me salió una lágrima o de pronto dos con ese comentario. Más adelante están Leo y su esposa. Me toman fotos y me animan a morir. Y poco antes del retorno, una chica con una tapa de olla de cocina gigante y un cucharón metálico animando de una forma fantástica.
Llegué al retorno. Tomo Gatorade y un poco de agua. La hidratación y en general la organización de la carrera ha sido muy buena. Sigo con las pulsaciones por las nubes. Así recorro todo el tramo de regreso hasta que veo a Silvia esperándome muy cerca de donde termina la primera vuelta y me tiene un regalo muy especial, una Coca Cola que me sabe a gloria y me ayuda mucho. Que viva la Coca Cola. Como ve que estoy muy agitado, me pregunta si voy bien. Le digo que sí, solo cansado. Ahora sí hace realmente calor. El día había estado fresco, pero ya calentó bastante. Me hidrato otra vez y arranco para la segunda vuelta. Jesús Bolívar que es un gran entrenador y amigo, corre unos metros conmigo y me dice que me ve bien, que ya casi termino y me da unos ánimos muy importantes para estos momentos. Otras gracias que se quedan cortas para lo importante de esa ayuda. En esta vuelta tengo un objetivo claro: voy a concentrarme en la respiración y voy a obligarme a bajar las pulsaciones y lo agitado de la respiración. Y fue como dejar de pelear. Poco a poco logro estabilizar la respiración, me siento mucho mejor e incluso sé que voy un poco más rápido. Es genial, me siento mil veces mejor. Cero dolores, tranquilo y disfrutando mucho. Así termino la segunda vuelta. Silvia me dice que se va a esperarme en el último tramo. La tercera vuelta fue espectacular. Hablo con algunos atletas y a todos los que nos han animado en el recorrido les agradezco de corazón, les digo lo importante que ha sido su apoyo y les aviso que ya voy a terminar. Ya estoy en la última bajada, donde estuvo Silvia las dos vueltas anteriores. Vengo feliz. Pienso tomar un Gatorade y salir por esa subida hasta la meta que son unos 150 metros pero muy inclinado, en especial los últimos antes del pasillo que llega a la meta.
Voy muy bien, pero…sorpresa, terminando la bajada debí emocionarme mucho y alargué la zancada. La respuesta, un calambre en la parte trasera del muslo derecho. Me asusto. Trato de correr suave, pero no. No me deja. Tengo que parar y estirar y eso estoy haciendo, cuando llega un competidor que ya terminó, con su medalla y su traje de triatlón. Se acerca y me dice que estire bien y me ayuda. Luego me hace caminar un poco apoyando lo menos que pueda la pierna encalambrada. Al ver que reacciona bien, me dice que trote un poco sin forzar la pierna. Todo bien. Entonces me dice que siga, que termine con todo lo que tenga. Le doy las gracias, pero nunca serán suficientes. Se acercó a auxiliarme por iniciativa propia y sabiendo que podía ser de mucha ayuda. Gracias amigo desconocido. Jamás tendré cómo agradecerte lo suficiente.

Y empiezo lo último. Voy feliz. Este tramo es muy duro y ya llevo más de 4 horas desde que empecé a nadar. Pero están todos los amigos y conocidos para apoyar: Jesús Bolívar, los Ragnark, Eduardo y Aleja, Jorge Torres, muchas personas que saben el gran esfuerzo que estoy haciendo por terminar y al leer mi nombre en el trisuit, me animan como si fuera el más cercano amigo. Silvia corre a mi lado esta última subida. Voy a lograrlo. Y llego al corredor con el tapete que conduce a la meta. ¡TERMINÉ!!! Síííí, terminé. Estoy muy feliz. Me ponen la medalla y Pablo el organizador del evento, me lleva a un sitio con unas sillas para que me recupere. Estoy ahí unos pocos segundos. Me levanto y voy a buscarlos. Cuando los encuentro lloro, mucho. Estoy muy orgulloso de mí. Me cuentan que Aleja y Jorge terminaron súper bien. Se lo merecen. Sí, terminé y en buena forma. Lento pero sin lesiones. Ahora sí, hice un triatlón. Incluso nos llevamos la gran sorpresa cuando vemos que soy tercero en mi categoría, de cuatro de esa edad que terminamos. Es que me di cuenta que a diferencia de las carreras de atletismo, en este tipo de pruebas no asisten muchos veteranos de ambos sexos. Es una lástima, pues seguro tenemos aún mucho por mostrar.
Después de muchas celebraciones, me siento en una silla de madera debajo de un árbol a pensar y descansar. Y entonces me doy cuenta que hice todo el atletismo sin quitarme la pantaloneta de ciclismo que me había puesto sobre el traje de triatlón para el tramo en la bici. Jajajajajajaja, mi grado de concentración es brutal. Bueno, después de reírme un rato con Silvia por ese olvido, vuelvo a mis pensamientos. Hice un triatlón en un terreno muy duro a mis 57 años. Solo puedo agregar algo: ¡GRACIAS…TOTALES!!!

Commenti