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MARATÓN DE VALENCIA 2021…LO QUE EL VIENTO CASI SE LLEVÓ.

  • Foto del escritor: Jorge Mario Sierra Marin
    Jorge Mario Sierra Marin
  • 3 ene 2022
  • 8 Min. de lectura

¿Será que el viento disminuye de acá a que salgamos? Esa era más una plegaria que una posibilidad real de la situación. 5 de diciembre de 2021, Valencia, España, 7:00 a.m. Por fin íbamos a poder correr este maratón después de su suspensión y aplazamiento. Nunca nos dimos por vencidos y con la esperanza puesta en que las cosas iban a mejorar o por lo menos a estabilizarse en lo referente a la pandemia, fuimos tercos y reafirmamos todos los correos que nos enviaron de la organización preguntando si seguíamos interesados en participar apenas las condiciones lo permitieran. De los 30.000 cupos iniciales, parece que muchos se habían quitado, pues en esta ocasión corrimos unas 16.000 personas.


Era el viaje soñado por muchos años. Viajamos los 4: Laura, Silvia, Daniel y yo. Otra vez juntos en una aventura en un país que ninguno había visitado antes. Por la pandemia y la restricción de los viajes, los vuelos de Iberia desde Medellín se habían cancelado y tuvimos que viajar primero a Bogotá para poder salir. Todo listo. Ropa de invierno moderado. Alojamientos listos. Carro desde el segundo día. El plan era dormir en el vuelo, llegar a Madrid y luego estar muy activos ese día hasta tarde para evitar los efectos del cambio de horario. Al día siguiente ir por el carro alquilado y salir para Valencia, conociendo muchos sitios en la vía. Una vez ahí, ir temprano el sábado a la feria y reclamar el número y el kit, y después conocer un poco la ciudad. El domingo corríamos y el lunes íbamos a seguir de turismo por la ciudad. Después, nos esperaban muchos kilómetros y muchos lugares para conocer en el sur y centro de España.



Y como siempre, las sorpresas buenas también están presentes en estas carreras. Nati, una gran amiga, corredora, triatleta, profesora de yoga, etc. que acaba de llegar a vivir a Barcelona, me avisa que vendrá con Jota (el bueno, yo soy Jota el malo) su esposo a vernos correr. Así como Laura y Daniel levantándose temprano y caminando un montón de kilómetros para vernos y acompañarnos en la carrera. Y los amigos y familiares siguiendo al amanecer en Colombia nuestro recorrido por internet. Esos son los detalles que hacen de esto algo tan especial.


La feria del Maratón de Valencia, es pequeña. No tiene muchos stands de patrocinadores, pero es en la Ciudad de las Artes y las Ciencias que es un lugar mágico. Además, este maratón hace un énfasis muy importante en la llegada. Construyen una meta hermosa encima de los lagos artificiales que hay entre los edificios. Esta vez es mucho más larga y recta en un tapete verde sobre una tarima gigante lleno de colorido. Los edificios de este sitio no son nada corrientes. Son un espectáculo dedicado a la arquitectura y el buen gusto.


Pero bueno. Es el 5 de diciembre y salimos del apartamento. Mi ansiedad está por las nubes como siempre y no dormí casi nada. Nati y Jota nos tienen el plan listo para llegar a la salida temprano y sin contratiempos. Confiamos plenamente en ellos y así sucede. Estamos en el sitio de partida, con mucho tiempo de antelación. Entregamos las bolsas con la ropa para cambiarnos y vamos a buscar el sitio de salida. Hace un frío brutal. Realmente la temperatura está por los 12 grados centígrados, pero el viento poderoso hace que la sensación térmica sea mucho menor. Caminamos por unas calles hasta llegar a la señalización de entrada del corral rosado, el de los lentos, el de los últimos, siempre el mío. Como tenemos muy buen tiempo antes de la salida de nuestro corral, nos atrincheramos en la entrada de un edificio, tratando que el viento no nos congele nuestras angustias y sueños. Ahí encontramos a Manti, una amiga que corre en Medellín y que también está en este corral. Con ella estamos todo el tiempo previo a la carrera. Yo ya estoy en modo mute. Siempre que estoy nervioso y ansioso, me da la calladera. Cuando llega el momento de entrar, nos despedimos de nuestros amigos, sabemos que estarán pendientes de nosotros al igual que Daniel y Laura. Nos vamos al corral. Ya no siento tanto frío. Creo que estoy tan nervioso que ya no pienso en la temperatura. Recuerdo este tiempo raro de pandemia. Los encierros. El ejercicio en lugares poco comunes para nosotros. El Covid que nos dio. La parada forzosa de los entrenamientos por lo mismo. La variación en las actividades, con natación y ciclismo programados para fortalecer y golpear un poco menos las piernas. Los primeros pinitos en triatlón. La saturación de ejercicio en los últimos meses. Realmente ha sido una preparación diferente, pero hecha con mucha responsabilidad mientras las circunstancias lo han permitido. Todo está hecho, por cuarta vez en la mañana suena Libre de Nino Bravo que es el pistoletazo en esta carrera y nos vamos!!!



Sin haber hecho un plan antes de la carrera pero conociendo nuestras capacidades, Silvia y yo vamos juntos. Al mismo ritmo. Al principio un poco rápido para nuestras condiciones. La idea es tratar de mantener siempre un ritmo de unos 7 minutos por kilómetro, para terminar en poco menos de 5 horas. A medida que avanzamos, estoy esperando que el viento pare, o que disminuya un poco, o que por lo menos deje de darnos de frente. No importa en qué dirección vamos, siempre está de frente haciendo que el avance sea muy pesado. Lo bueno es que como en todas las carreras a nivel del mar, nuestro entrenamiento en altura hace que la respiración sea fácil. En el kilómetro 10 me dice que tiene que entrar al baño, que siga. Me preocupa un poco, porque aunque viene bien y físicamente es muy fuerte, una lesión la tuvo alejada de los entrenamientos y todavía no está recuperada del todo. Pero como me dice que siga, así lo hago. En la despedida de Silvia me demoro y además me hidrato y me como un gel. No voy a permitir que me dé una pálida. Una cosa es que me canse por el recorrido, otra que me estalle sin fuerzas. Ahora solo. Dele pues mijo que esto hay que terminarlo.


Los organizadores de la carrera pusieron los puntos de hidratación cada 5 kilómetros. Esto creo que está bien para los primeros 25K, pero no sé si es demasiado separado para nosotros los lentos a partir de ahí. Esperemos a ver qué pasa. La otra condición es que se debe pasar ese kilómetro 25 antes de una hora determinada o no podrás seguir corriendo. Uno debería estar moviéndose más lento de 9 minutos por kilómetro para no cumplir. Esa parte me parece bien. Ellos han dado un máximo de 5 horas y media para terminar la carrera. Seguro llego sin muchos apuros por el tiempo. Los primeros 10K los pasé bien, aunque no vengo mirando el reloj sé que voy bien.


Por el kilómetro 13 vamos en una avenida con zonas abiertas a ambos lados (Bulevar Periférico Norte). La parte buena es que el sol, aunque permanente porque no hay una sola nube no pega tan fuerte y permite calentar un poco el cuerpo. La parte dura, es que ahí el viento golpea durísimo. Yo no soy una persona pequeña y tengo un peso acorde con mi estatura. Pero el viento me mueve de un lado a otro y me frena con mucha fuerza. Qué duro es esto con tanto viento. Y me falta todo. Pero sigo. Sin pensar ni un segundo en desfallecer.


Además de lo duro del viento, hay otra cosa que me desinfla: Valencia es uno de los maratones más rápidos e importantes del mundo, en una gran y bonita ciudad. Pero hay muy poco público acompañando la carrera. La gente animando es un gran aliciente en estos eventos. Un gran animador y un buen distractor cuando te faltan fuerzas. Acá había público en la salida, pero después ha sido muy poco.


Paso el medio maratón y sé que he bajado el ritmo, pero todavía voy bien. En la zona de avituallamiento, que no está en el kilómetro 20 si no en el 22, recibo un banano y me como el segundo gel. Era muy importante comer ahí. Más adelante mi cuerpo lo agradecerá aunque el estómago quiera poner problema. En ese sitio hablo con las personas que atienden. Gente muy amable. El puesto está en muy buenas condiciones y muy bien surtido, lo que agradecemos mucho los lentos y últimos de las carreras. Cuando retomo, veo que el viento ha logrado su objetivo y empiezo a correr mucho más lento. Aunque paso el kilómetro 25 sin problemas con el horario impuesto, voy lento y estoy cansado. No de muerte, pero ya siento el peso de los kilómetros. Aparecen Nati y Jota y me llenan el corazón de energía para seguir. Volverán a aparecer en otro punto, siempre en el momento en que más los necesito. Igual Laura y Daniel. Es como si supieran que necesito mucho de ánimo en ese momento.


Así pasan los kilómetros hasta más o menos el 35, después de otro gel y renegar porque los sitios de hidratación están tan separados. Voy muy lento. No es el muro. Lo sé porque lo he vivido. Estoy bastante cansado, pero no sin fuerzas. Ya tengo referenciado a mi grupo de coleros. Van 4 italianos con un plan de correr – caminar. Cuando corren me pasan, cuando caminan los paso. Estoy tratando de reunir fuerzas para terminar estos 7 kilómetros finales. Hace un poco más de calor pero es un clima muy agradable, si no fuera por el viento, el viento, el maldito viento. Pero no hay que quejarse más, estoy recibiendo el regalo de poder correr mi sexto maratón a mis 57 años y eso es muy importante. Llegó la hora de ponerle a esta vaina corazón porque piernas no hay. Los italianos empiezan a caminar más que a correr y se van quedando. Encuentro a un señor que acaba de empezar a caminar y lo animo para que vaya conmigo. Me sigue por un kilómetro y me dice que va a caminar otra vez. Después me lo voy a encontrar reclamando la bolsa de ropa y me agradece el empujón. Ya sé que voy a llegar. A mi velocidad lenta pero llego. No sé si en cinco horas pero creo que dentro del límite sin problemas. Voy buscando la plaza de toros, pues es uno de los pocos puntos de referencia que me aprendí y sé que está en el kilómetro 39. Nada, no aparece. Me angustio pero de pronto la veo. Bueno, 3 kilómetros más. Seguro puedo.


Estos últimos kilómetros van pasando muy despacio, pero pasan. Hay un poco más de público y eso anima mucho. Y en el kilómetro 40 aparece Dany. Me da un abrazo y mucho ánimo. Me cuenta que Silvia viene caminando, porque la lesión la tiene muy adolorida. Va a ir a buscarla para que no se rinda. También me cuenta que Nati y Jota se tuvieron que ir porque los dejaba el tren de regreso a Barcelona. No les di las suficientes gracias a ellos por su compañía. Paso el control de ese kilómetro 40 y giro a la derecha. Sé que desde acá es una calle al lado del parque que me llevará a la meta. Ya casi lo logro. Hay mucha más gente y animan con mucha fuerza. Sale Laura y se va conmigo hasta donde la dejan porque empiezan las vallas de la llegada. Esa compañía fue genial y muy importante en esos momentos. Ya veo la Ciudad de las Artes y las Ciencias. La ruta me saca de la vía y se toma un adoquinado en bajada.


Y empieza la mejor parte de la carrera. La tarima del tapete verde se mueve un poco con las pisadas. Es espectacular el colorido, la música y la alegría. Estoy muy feliz. El viento me pegó toda la carrera y no pudo conmigo en 42 kilómetros. Estoy sonriendo desde que entré a la tarima. Es una sensación de felicidad, pero también de orgullo por terminar mi sexto maratón. Recuerdo todo el sacrificio para poder hacerlo. Los entrenamientos, el esfuerzo, las madrugadas, el agotamiento físico y mental de la preparación. También en todas las personas que me han apoyado en estos retos. Pero también hay melancolía. No estoy seguro de querer o poder volver a correr otro maratón. ¿Será el último? Pienso que es muy posible y entonces me despido de mi amigo por tantos años. Ese que me hizo sufrir, pero en especial gozar y sentir muy orgulloso. Paso la meta con una confusión total de sentimientos. Ya está. No hay nada más. Adiós amigo maratón. Si es la última vez que nos encontramos, te voy a extrañar muchísimo pero te recordaré con mucho orgullo.

Recibo la medalla y camino muy feliz hasta donde nos vamos a encontrar. Finalmente Silvia pudo terminar caminando. Y el viento sigue furioso golpeando lo que queda de mis fuerzas, pero ya no importa. Terminé en cinco horas 5 minutos. Hoy no fue el día en que me venció.



JOTA

MARATONISTA

 
 
 

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