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Crónica media maratón de Buenos Aires. Agosto 25 de 2019

  • Foto del escritor: Jorge Mario Sierra Marin
    Jorge Mario Sierra Marin
  • 1 dic 2019
  • 7 Min. de lectura

Autora invitada.

SOBRE LA AUTORA.

Bibi es una atleta y Yogui muy especial. Apoyada siempre por su esposo Roberto, ha ido progresando muchísimo en esta locura de estar corriendo. Siempre nos vemos en las carreras, aunque yo soy mucho más lento. Esta es la historia de su Media Maratón de Buenos Aires, donde además de superar su récord personal, bajó la barrera de las 2 horas y sorteó muy bien esas angustias del corazón que a veces nos dificultan más nuestra búsqueda de metas. Felicitaciones Bibi. Nos seguiremos viendo y compartiendo muchos kilómetros.

Jota.

Empecemos está crónica por el inicio. Empecemos por la motivación de correr la media maratón de Buenos Aires. El motivo, es uno de los sentimientos más bonitos que podemos compartir los seres humanos: La amistad.


El año pasado cumplí el sueño de ir a visitar a Maribel, nuestra amiga española y correr con ella y con Pao (Paola Martínez) la maratón de Valencia; ese sueño se cumplió y tenía claro que mi próximo destino era Argentina para visitar a Belén, así como tengo planeado en el siguiente año correr en México, casa de Azucena.


Habíamos pensado en la maratón de Buenos Aires, pero rápidamente con Pao y María V cambiamos los planes a la media maratón, decidimos que el 2019 no correríamos maratón, créanme que hoy dos días después de la carrera, después de haber entrenado 10K y con las piernas fresquitas para la caminata que nos espera mañana en Iguazú agradezco enormemente esa decisión de sólo correr 21K.


Así pues, el plan era, desde el año pasado correr la media maratón en Buenos Aires con mamá, Pao, María V y Bel y luego ir a Córdoba a la casa de Bel, estaba acordado y para nuestra fortuna se sumaron Luzma y Gloria.


Cómo sabrán, no suelo ser una corredora enfocada en marcas, pero le pregunté a mi entrenador (Jesús Miranda de Triatlónconciencia) en diciembre de 2018 si yo podía intentar bajar de dos horas la media. Su respuesta fue sí, así que esa se convirtió en mi meta deportiva del año. Declarada también. Entrené todo el año juiciosa, varios meses sin reloj, sólo por sensaciones. En la media maratón de Cali, en junio y corriendo de esa forma hice 2 horas 4 minutos y entonces sentí la confianza, iba por esa meta.


Bueno, planes van, planes vienen, sueños van, sueños vienen, intervalos van, intervalos vienen (esto es una indirecta para el coach) luego contando meses, días, horas y se llegó el momento. Todo iba perfecto, todo pintaba bien, pero no, la vida nos dio una sacudida y a última hora Pao no nos pudo acompañar.


No saben cómo eso me afectó. Aún siento que el viaje y la experiencia quedaron incompletos. A mi lado, en el avión rumbo a Iguazú la silla está vacía y falta Pao, mi Pao. En general, en las carreras siempre estoy el doble de nerviosa y emocionada más por las metas de ella que por las mías. Me preocupa que Pao coma bien, duerma bien, me gusta desearle suerte en la línea de salida, me gusta decirle que vuele, que sea fuerte y poderosa, voy pensando en ella durante la carrera y en cómo va e intento verla pasar cuando del otro lado se ven los pro. Me gusta que me espere en la meta y abrazarnos y llorar y preguntarle si cumplió su objetivo (que siempre es un objetivo exigente) y decir que esto es muy duro, pero pensar de inmediato en lo que se viene. En fin, esta vez no fue así, fue diferente sin Pao. Y pues los sueños se cumplen unas veces, otras no, pero siempre podemos seguir soñando.


La cena precarrera fue pizza y una cerveza deliciosa. Nuestra vida es un antes y un después de probar esa cerveza (que no falte la exagerada, pero va uno a ver y sí).


Dormí bien al lado de mamá, levantada a las 5 a.m (…hace frío y estoy lejos de casa…), desayuno con “granola de Bel”, bendito sea mi Dios, así cualquiera corre rápido, café colombiano, pan y huevos. Yo no me bañé porque de pronto perdía el power, camiseta del team, la visera que me trajo Pao de Bostón, que es con la que corro rápido, un saquito que iba a dejar en línea de meta, compotas en la riñonera y vámonos.


Por variar, la aplicación de taxi no funciona, salimos a la avenida a probar suerte, paramos un taxi, pero somos seis, demasiadas, dicen que Dios cuida sus borrachos y aparece de la nada un corredor en su carro, que se dirige hacia la carrera. Tommy, o lo que viene siendo el ángel de la guarda en “el teni Adidas”, pantaloneta y medias de comprensión. Listo, ahora si nos vamos. Tommy parquea a un kilómetro de la línea de salida y eso nos sirve para entrar en calor porque se sienten el fresquito, ese era mi mayor temor, sentir mucho frío al inicio o que lloviera, pero nada de eso pasó, el clima fue sencillamente perfecto; “excelente servicio”.


Calentamos un poco, nos despedimos de Gloria -la mamá de MariaV- quien nos acompañó en este viaje y en la carrera. Pusimos punto de encuentro con ella y seguimos hacia nuestro corral. Mucha gente, éramos más de 20,000 peludes (¿Cómo me vieron ahí pues con el lenguaje incluyente?), muy apretaditos y el típico ambiente precarrera. Suena el himno, cantan con fervor y extienden una gigante bandera de Argentina. ¡Qué momento! Que gran salida. Yo en ese punto estaba triste la verdad, sonreía para que mi mamá y las muchachas estuvieran bien, pero me invadía la melancolía. Empezamos a caminar hacia el arco de salida, suena Bon Jovi y yo no aguanto más y lloró, me secó las lágrimas e intentó que no me vean, pero mamá y Luzma se dan cuenta. En fin, no queda de otra que correr y, correr por Pao y, no había mejor manera de hacerlo que correr rápido y hacer mi PR. ¡Sea berraca mija!!!. Cuando crucé el arco de salida marcaba nueve minutos, así que me fijé la meta que iba a pasar nuevamente ese arco con el reloj contando por debajo de 2:09 minutos.


Los primeros kilómetros los corrí con Luzma y Bel. Ni a mamá ni a María V las vi durante la carrera, pero ese fue el plan, correr juntas pero cada una hace su carrera, sobre todo, mamá y Bel que tiene en la mira las maratones de Medellín y Buenos Aires respectivamente.


Creo que a partir del kilómetro tres me fui despegando de Luzma y Bel, había mucha gente y por más que las calles son amplias, era necesario pasar corredores para poder mantener un ritmo. Mis primeros kilómetros fueron los más lentos, como debe ser y como quise que fuera. Del recorrido sólo puedo decir que es muy plano, muy hermoso, es una carrera espectacular. Tiene en algunos kilómetros animación con música en vivo. Al pasar, siempre aplaudí con los brazos arriba, como en un estadio, hay poca gente animando, pero somos tantos los corredores que es imposible sentirse solo en algún momento, eso me encantó. La hidratación fue muy buena y, quedé orgullosa de mí misma porque aprendí a tomar en vaso, no se me regó, no me la eché en la nariz y tampoco se me fue por el tragadero viejo, que gran progreso, hasta le enseñé a varias personas como hacerlo, mejor dicho, toda una pro.

Como siempre, llevaba mis compotas de fruta y chía que me caen tan bien y me dan la dosis justa de energía, además una pastilla de sal que me tomé en el kilómetro 12, había isotónico pero esta vez no lo necesité.


Bueno, para alguien que nunca había estado en la ciudad es muy bacano pasar por lugares como el Obelisco, toda una postal, la Casa Rosada y otros tantos lugares emblemáticos, es todo un tour. Volviendo al grano, iba reguladita y en el kilómetro 10, sintiéndome bien, decidí empezar a apretar. No tenía un plan muy elaborado de carrera porque no soy ese tipo de corredora, así que lo fui armando a medida que iba corriendo y me iba sintiendo cada vez mejor. Me puse de objetivo no bajar de 5:35 en cada kilómetro y apretar un poco más en los últimos cinco, eso hice, me salió un progresivo divino y tuve la fuerza para rematar al final, sin perder el control de mis pulsaciones y mi respiración (como me gusta). No fui de paseo, me exigí, pero de forma controladita, chévere. Cada que pisaba un tapete pensaba como siempre en Roberto que estaba pendiente de mí y de todas, sabía también que Jesús, Pao y muchas amigas me enviaban su buena energía. Me encanta eso de las carreras, creo totalmente en esa cadena de buena vibra porque lo hago cuando estoy del otro lado y lo siento cuando estoy corriendo. Así fueron pasando los kilómetros, la media maratón siempre será mi distancia favorita porque me reta, pero no tanto, es el punto ideal y me gustó ponerme esta vez un objetivo exigente.


En el kilómetro 18 eché números y supe que si mantenía ese pace lo iba a lograr así que fue un final muy bacano, apretando y disfrutando los últimos kilómetros. Mi reloj marcó los 21Km 300 metros antes (eso es algo que siempre pasa en las carreras) pero no lo paré porque era hasta cruzar la meta o nada, cuando por fin vi el reloj oficial supe con certeza que lo había conseguido y ahí sí lloré y lloré y lloré. ¡Lo logré! Hubiera sido también una gran carrera para Pao, pero ya está, el running siempre da revancha.


Me acerqué a otra señora que también lloraba y me contó que corrió en honor a su mamá que había muerto hacía poco, nos abrazamos, me tomé una foto (tengo que buscar a ver en qué foto salí, porque posé mucho, por variar). Vi a Luzma que se había hecho también un carrerón con PR incluido, nos abrazamos, nos felicitamos y lloramos. Le pido que me preste su celular, le mando un audio a Roberto, creo que no me entendió nada porque estaba atacada en llanto. Le agradezco por su amor, por su apoyo y por su complicidad. Después hablo con Pao, le agradezco por enseñarme e inspirarme tanto, (esos audios debieron quedar terribles, pero son la emoción y la sensibilidad a flor de piel, es lo que hay, ellos me quieren así).


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Nos colgamos con orgullo nuestras medallas, foto, estiramos un poquito y vemos a Bel, llegó como si nada, regia como siempre. Nos encontramos con mamá, quien también se hizo una gran carrera, en su caso era un fondo, (o sea, doña Margarita se da el lujo de hacer un fondo en Buenos Aires) y finalmente con María V, que corrió muy bien y con su mamá, nuestra gran compañera. Estamos felices y coincidimos en que ha sido una muy buena carrera. ¿Y ahora? Pues chicas, corrimos “solo” 21Km así que a seguir caminando, comiendo y turisteando de lo lindo.



La mayor enseñanza del viaje: aceptación. No hay que buscar tantas respuestas ni responsables.


Tiempo oficial 1:58:56

Bibiana Vélez

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