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LA TIRANÍA DE LOS SEGUNDOS

  • Foto del escritor: Jorge Mario Sierra Marin
    Jorge Mario Sierra Marin
  • 31 ene 2017
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 8 nov 2018


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¿Dónde está el exacto punto de equilibrio, en el cual la satisfacción de mejorar las marcas se equipara con el disfrute del paisaje, el compartir, el público, la ruta, etc.?


Soy el lento de las carreras y los entrenamientos. Me muevo como tortuga, pero termino de alguna forma los kilómetros propuestos. Pero esto tiene sus ventajas y no son pocas. Cuando llegas a la meta, como queda poca gente, sales solo en la foto. Sientes el gran respaldo de los pocos que quedan en la meta, pues la gente se emociona al ver a ese último que viene arrastrándose para terminar. Perteneces a ese grupo sabrosón en cual no existe competencia alguna, todos vamos por el logro de terminar. Y entonces aparecen los mejores gestos que puedas esperar de tus compañeros tortugas, donde nos animamos entre todos para llegar a la meta, compartimos lo que queda de hidratación, nos preocupamos por las lesiones de los demás, somos uno solo y no permitimos que alguien desfallezca. Y entonces, la emoción de terminar con nuestros íntimos desconocidos hace que pasemos la llegada abrazados y felicitados por personas que solo has visto en los últimos 3 kilómetros, pero que ya son parte de tu carrera y de tu vida.


Un ejemplo de esto, fue en la Media Maratón de Bogotá de 2016, donde solo corrí los 10K, pues venía de una lesión que me sacó por dos meses. Ese día estuve pendiente de la hija de una amiga que estaba corriendo por primera vez esta carrera, y a pesar de haber parado tanto tiempo, me sentí muy cómodo con la distancia y velocidad. Faltando 2 kilómetros me encontré con un muchacho moreno de contextura gruesa, que me había pasado varias veces, pero luego caminaba y volvía a quedarse atrás. En ese momento vi que ya no pensaba volver a correr y que se había rendido; estaba con la cabeza agachada mirando el piso y caminando muy lentamente. Le dije: “No compadre, ya solo faltan 2 kilómetros y no te vas a rendir, vamos a terminar que tú puedes”. Y Luis, que así me dijo que se llamaba, corrió conmigo y con Fernando que venía igual que él y con quien repetí lo mismo. Al llegar a la recta final les dije: “bueno, a rematar que ya logramos esto y si no se mueven los dejo tirados”. Fueron ellos los que me dejaron tirado y cruzaron la meta antes que yo. ¿Y saben qué? Mi alegría fue inmensa al verlos cruzar. Me esperaron riéndose, me dieron un abrazo e hicieron que ese día valiera la pena. No sé nada más de ellos, pero hacen parte de mi carrera.

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Sin embargo, desde hace algunos pocos meses, he tomado la decisión de enfrentar con mucha más seriedad mis entrenamientos y carreras. Y aunque el trabajo físico ha sido fundamental, la mente es el motor que necesitaban mis piernas para mejorar segundo a segundo. Entonces empiezo a darme cuenta que ya me importa el reloj. Ya me trazo objetivos en tiempo. Mi velocidad mejora para todas las modalidades de entrenamiento. La gente me ve y me dice: ¡“Como has mejorado!!! ¡Que suelto estás!!! ¡Gran tiempo!!!!” Y aunque termino dando tumbos y buscando con las manos el aire que parecen no encontrar mis pulmones…se siente bien. Se siente que he cumplido al límite máximo mi tarea. Se siente que estoy haciendo el deber de exigirme al máximo para que cada segundo de ganancia llene mi cuerpo de endorfinas y sienta un gran placer por mirar cómo cambian las cifras en el reloj.


Estoy a un poco menos de 6 días de correr mi segunda maratón. Siempre fue mi objetivo terminar sin importar el tiempo. En la primera hice 5 horas 20 minutos y aunque sufrí bastante a partir del kilómetro 30, me sentí feliz de poder alcanzar mi objetivo…TERMINAR. Ahora las cosas son diferentes y no sé si me gustan. Sigo pensando en que debo terminar y eso bastará para sentir que he cumplido mi misión y que me he ganado el derecho a aumentar mi tatuaje con el nombre y la fecha del nuevo logro.

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Pero las conversaciones con mis amigos corredores y entrenadores tienen un nuevo tema, el tiempo. Ya extrapolamos tiempos de entrenamientos para predecir en cuánto debo acabar esta carrera. Ya bajar, aunque sea un segundo de las 5 horas, no se dice en el tono jocoso de antes. Ahora la idea es que por los tiempos que estoy haciendo, debo estar por los lados de 4 horas 40 minutos (¡eso es bajar 40 minutos!!!), para poder ser consecuente con lo entrenado. Ya en casi todos los entrenamientos estoy pendiente del reloj, del braceo, del ritmo, de la respiración, de la regulación. ¡Mira el reloj, mira el reloj, MIRA EL RELOJ!!!!


Hablo con mis amigos corredores, todos mucho mejores que yo en tiempo y experiencia. Escucho muchas opiniones. La mayoría coincide en que esto es una consecuencia natural de ir mejorando y hacerse consciente de ello. Me dicen que una cosa no riñe con la otra, aunque la verdad yo no lo veo tan claro. No puedo separar las metas de tiempo de la angustia de llevar un estricto control del reloj. Pero igualmente, no puedo imaginarme correr al ritmo que me sienta relajado, sin pensar en que estoy siendo un poco irresponsable con lo entrenado y planificado.


Es ahí cuando aparecen mis más grandes dudas:


¿Puedo mejorar mi marca (para lo cual debo ahora tener un plan en el que mirar a mi alrededor y mirar el reloj, lleven una serie exacta, tipo intervalo de entrenamiento) y disfrutar por haberme comido unos minutos y unos segundos, todavía disfrutando del paisaje, la gente, los compañeros de carrera, la emoción de la llegada? ¿Vale la pena correr el riesgo de sentirse ahogado por el compromiso del objetivo en tiempo propuesto? ¿Será mejor volver al grupo sabrosón y solo mirar el reloj en la llegada, para tomar el tiempo como una anécdota más de la carrera, pero con el riesgo de sentir que pude haber hecho algo mejor?


Ya es hora de ir tomando la decisión. La carrera está a la vuelta de la esquina. El hormigueo en el estómago me anuncia que llegó la hora. Y entonces este escrito termina como empieza, con las dudas inundando mi cabeza. Con muchas ganas de terminar con cualquier tiempo mi segunda maratón………y muriéndome por hacer 4:40!!!!!!


Jorge Mario Sierra Marín

MARATONISTA

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